SALTO
INTEMPERIE
(pop. interperie, y aun imperie), de entrada
mienta (del latín intemperies; prefijo in-,
con valor privativo) lo que carece de templanza (temperantia),
moderación, sobriedad, armonía
y medida (intemperies caeli; “desarreglo”
celeste y, por ende, intemperancia del tiempo — con el paso
del mismo vuelto “clima”). Estar a la intemperie,
pero, estancia editorial de paso, no apela necesariamente
al “mal tiempo” sino simple al estar expuesto al tiempo
(hay quienes asocian precisamente la raíz latina de ‘intemperie’
a la de ‘tiempo’’, vía una cepa indoeuropea
en tem-, ‘cortar’, ‘acotar’).
Lo provisorio de Intemperie sería nomás incalculabilidad
en lo expuesto a tiempo. Con lo cual — tesis sin tesis —
Intemperie viniera a ser: coyuntural parapoema que habrá
dado lugar a otros, coyunturáceos (cf. nº extraordinarios
de La Aurora de Chile, de Caballo verde para la poesía,
de Creación, etc.) intotales. Lo que no quiere
decir fragmento, o ‘estética del fragmento’
(el “fragmento”, romántico avant la lettre,
mantiene el orden y la mesura, de la sinécdoque y
de la metáfora por de pronto, del “pleno empleo”
del sentido, lejos, muy lejos, del mentado desarreglo dans
y de tous les sens). La contradicción tardoromántica
del fraseo vanguardero huidobriano [desmesurado, cósmico],
dice bien buena parte del parapoético entreveraz entuerto.
Por
otro lado, por el lado ‘EDICIONES’ — griego
ekdidonai; latín editio, de edare
y éste, de dono, ‘dar’ —, INTEMPERIE
roza la desmesura del regalo sin vuelta (verso y anverso; de ahí
también la exposición de la “prosa”
a la intemperie, de El meridiano a los ensayos de Germán
Bravo, del marparaguayeo de Wilson Bueno a la monstruosera de
La última carta de Rimbaud, etc.), y salta:
allende
y aquende la economía (del intercambio) sacrificial, cálculo
del sentido — sin por ello "caer" en la pura pérdida,
inocentona aneconomía comedida.
[...]
Isaac
Dentrambasaguas,
et al.
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